junio 22, 2011

Discurso acto Belgrano y 112 aniversario de Catriel
            Los héroes generalmente tienen una marca de excepcionalidad, en algún punto no son personas igual que nosotros, muchos ven más allá de lo que ven sus contemporáneos. Trabajan para el futuro. Algunos de nuestros héroes patrios (que no eran para nada ejemplares en varios aspectos) se caracterizaron por construir una casa que ellos no iban a disfrutar, ya sea porque estaba apenas levantada, porque le faltaba el techo, las ventanas, el reboque, la calefacción, etc.
            La patria es eso: una inmensa casa que nos cobija a todos y si hoy disfrutamos de algunas seguridades y comodidades es gracias a muchos de los que vinieron antes que fueron ayudando a mejorarla. La patria, una casa con innumerables habitaciones, que tenemos que mantenerla, refaccionarla, cambiarle los muebles y convivir en ella. Los olores que allí andan, las costumbres que conservamos y renovamos, los colores, los afectos, las fotografías de los que queremos, los paisajes, la música que suena en sus diferentes habitaciones, etc., eso también es la patria.
            Y hoy quisiera hablar de uno de los constructores de esa cas simbólica, nada más ni nada menos que Manuel Belgrano, y de una habitación chiquita que es nuestro hogar: Catriel.
            Siempre me ha llamado la atención la figura de Belgrano, de ese hombre de ademanes suaves, de voz aflautada, que provenía de una acomodada familia, que estudió en Salamanca leyes, que vuelve y se inmiscuye sin dudarlo en la sociedad de su tiempo; se involucra, no piensa en el qué dirán, ni saca cuentas si le conviene o no mostrarse, participa como simple ayudante durante las invasiones inglesas y después insta a los virreyes a crear escuelas, instituciones económicas, colabora en publicaciones y por último integra, ya en la Revolución de Mayo, el cargo de vocal de la Primera Junta.
            A partir de ese momento se olvida de su profesión de abogado y de conservar el patrimonio familiar. Aceptará conducir ejércitos sin tener ningún tipo de experiencia militar; pero sabiendo claramente que su sacrificio estaba destinado a un ideal mayor. Ese hombre que dejó lujos y tranquilidad, que no miró para otro lado, en su lecho de muerte solo tenía un reloj para pagarle a su médico, todo lo demás lo había gastado en favor de nuestra Argentina.
            Belgrano como otros, simplemente vio más lejos y mejor,  y su aporte fue enorme, construyó muchas de las bases de nuestra casa patria.
            Catriel forma parte de esa gran casa de la patria, es una habitación pequeñita, pero muy importante porque en ella se desarrolla nuestra vida. Y esa habitación cumple 112 años, por eso también estamos aquí; para recordar sus inicios; pero también para comprometernos con su presente y su futuro. Un presente diferente que encuentra a muchos integrantes de esta población resueltos a integrar una verdadera comunidad que vaya delineando su destino, porque habrá otros que seguirán mirándose el propio ombligo, criticando desde sus casas  o a lo sumo mirando por la ventana sin aparecer por la calle.  Ya Martín Luther King alguna vez escribió  “Cuando reflexionemos sobre el siglo XX no nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados sino el escandaloso silencio de las buenas personas”.
            Vivir en comunidad es participar y participar es aportar, discutir, proponer, rectificar, reformular, renunciar por una idea mejor, esforzarse, tolerar; nada de esto es fácil y poco ejercicio en ello hemos tenido durante mucho tiempo; tendremos que ir aprendiendo a participar, cada uno/a en el lugar que crea que es más útil. En los partidos políticos, reflotando instituciones, en comisiones de clubes, cooperadoras, asociaciones de diferente tipo, etc. Nuestra pequeña habitación adolece de muchas cosas, pero sabemos que podemos luchar por ellas como un conjunto social, como una comunidad que teniendo en cuenta los intereses de cada sector luche por el bienestar general de todos los ciudadanos que habitamos este lugar. Nuestros hijos nos agradecerán algún día.
            Ese es el reto, hemos aprendido (y nos tuvo que llegar el agua al cuello) que poco harán por nosotros si no lo exigimos; como dijo hace más de 200 años, Bernardo de Monteagudo, otro héroe de la Revolución de Mayo, “hemos guardado un silencio muy parecido a la estupidez”. Ojalá no más estupidez. Ojalá no nos callemos más. Feliz cumpleaños conciudadanos.           

junio 19, 2011

Domingo 19 JUN 2011
   
Los altos sueldos petroleros pueblan las calles de automóviles y camionetas de alta gama. Los altos sueldos petroleros pueblan las calles de automóviles y camionetas de alta gama.

01:34 19/06/2011

En primera persona

Los contrastes de nuestra ciudad

La construcción aumenta y las calles se colman de "4x4".
Pero el alto costo de vida y la carencia de obra pública se sienten.
La actividad petrolera pasa por un momento de pleno desarrollo.
Las comunidades petroleras de la región son especiales y tienen diferentes etapas en su desarrollo; todas se caracterizan por la movilidad poblacional. Pasado el tiempo la ciudad logra cierta estabilidad producto de la consolidación de las instituciones, de las empresas, de la industria. Si bien continúan llegando y yéndose mucha gente, producto de la dinámica petrolera, ya son muchos más los que están afincados en la ciudad.
Catriel hoy vive una realidad bipolar, por un lado la industria petrolera pasa por un momento de pleno desarrollo gracias a la demanda energética mundial y la actividad es incesante; esto redunda en un dinamismo sorprendente para la cantidad de población. Se nota en general un fuerte movimiento en la actividad comercial, en los bancos que ya quedan chicos, nuevos locales, emprendimientos que surgen, sucursales de cadenas regionales que abren sus puertas; a esto también hay que sumarle una renovación casi total y un incremento importante del parque automotor (predominan las camionetas japonesas) que ya ocasiona algunos problemas de estacionamiento y de tránsito. Los sueldos del petróleo han impulsado fuertemente la construcción y en el último lustro la cantidad de nuevas viviendas ha ido ocupando los sectores vacíos de la ciudad y la ha transformado.
La otra cara de la realidad tiene que ver con quienes no viven del sueldo petrolero y sí lo hacen de sueldos del estado, del comercio, o de algunos oficios, ya que deben pagar alquileres y productos que están sobrevaluados. Esa cara ingrata también se nutre de otros componentes que están relacionados con la vida cotidiana y que pasan por los servicios y la calidad de vida de la gente. De esta cara surgieron sorpresivamente las asambleas populares que derivaron en el corte de ruta del 29 de mayo.
La causa es compleja y tiene muchas aristas, pero la podemos resumir en dos frases: incompetencia municipal y ausencia provincial. Carestía de obra pública, sin cloacas, sin asfalto, con escuelas funcionando en lugares provisorios y con escaso mantenimiento, jardines desbordados, un hospital antiguo que ya no puede atender la demanda poblacional, además de su falta de complejidad (no hay ni siquiera una terapia intermedia), sin planes de viviendas, ni loteos accesibles para los jóvenes, sin un asentamiento universitario, sin promoción industrial, sin…
¿Por qué la disconformidad surge ahora si los problemas no son recientes? Es posible que una de las razones sea que hay ya toda una generación de chicos y chicas nacidos en Catriel que sienten que este es su lugar y quieren tener una activa participación. Y uno de los primeros gestos de algunos jóvenes ha sido la refundación de la Cámara de Comercio e Industria, que hoy tiene un papel afanoso dentro de la comunidad. También, está claro, el cansancio de mucha gente ante situaciones  que se tornaron insostenibles.
Las asambleas populares dispersaron, como el viento las cenizas, el poder monolítico de más de una década, no dejaron espacio ni siquiera para festejos de aniversario; dejaron sí una enseñanza clara: no es posible dejar únicamente en manos del poder político los destinos de una ciudad, es hora ya de esbozar el rostro de un nuevo Catriel.

junio 06, 2011

Radiografía de un fracaso.
               Y un día el “marirrosismo” que gobernó durante casi 20 años esta ciudad mostró el agotamiento de una gestión y su hundimiento tiene que ver más que nada con sus propias estructuras. Generó su propio cáncer y se derrumbó a sí mismo producto de sus propias contradicciones y de su manera de construir poder.
               Lo que sucede en la ruta es ni más ni menos que la radiografía evidente de un fracaso. La ausencia de gestión se patentiza en los diferentes reclamos del corte. Hay una sensación de abandono de la cosa pública por parte del municipio que despertó a algunos sectores de la comunidad ante las serias deficiencias educacionales, hospitalarias, de obra pública, además de la problemática de la desocupación.
               El poder político anclado en su inercia mostró qué lejos estaba de las necesidades de algunos sectores cruciales para la comunidad. El corte es la mejor evidencia de su fracaso. Por supuesto que esto no es sólo producto del poder político, sino también de la indiferencia de la comunidad que dejó en manos del gobierno los destinos de su propia ciudad. Creímos que eso bastaba y durante años nos miramos el ombligo y criticábamos puertas adentro las cosas que no nos gustaban e iban mal. No participamos, nos olvidamos que la construcción de una sociedad surge de todos, no exigimos, no pedimos a nuestros representantes; algunos nos quedamos en la queja, otros ni siquiera eso.
                Hasta que el agua nos tapó (o las aguas servidas en varios sitios) y algunos se cansaron y fueron a la protesta. No estoy de acuerdo con los cortes de ruta, pero  también es cierto que en muchos casos los reclamos son justos, y este es un síntoma saludable de que algo está cambiando en Catriel, es un embrión por ahora (disiento con quienes hablan de “pueblada”, una pueblada sería si hubiese dos mil o tres mil personas en la ruta, una pueblada sería si los padres y madres del jardín 43 o del CET 21 fuesen el 50% de todos los niños/as que concurren a esos establecimientos, etc.)
Esta participación de varios sectores, que tratan de aunar criterios con muchos tropiezos y también torpezas, es delicada en su equilibrio(es una torpeza la de los desocupados pidiendo “Un mínimo de 150 puestos de trabajo dentro de la actividad hidrocarburífera, ya que el costo de vida en la localidad, hace inviable poder atender las necesidades mínimas de una familia con sueldos que no sean petroleros”). ¿Qué hacemos y cómo hacemos los que no trabajamos en el petróleo? ¿No hubiese sido mejor pedir por “trabajos estables” sin importar su procedencia? Con eso les damos la excusa perfecta a muchos intolerantes que meten a todos en la misma bolsa y los acusan de “vagos”.

El final de esto es abierto…pero termine como termine…ojalá hayamos aprendido la lección.