junio 06, 2011

Radiografía de un fracaso.
               Y un día el “marirrosismo” que gobernó durante casi 20 años esta ciudad mostró el agotamiento de una gestión y su hundimiento tiene que ver más que nada con sus propias estructuras. Generó su propio cáncer y se derrumbó a sí mismo producto de sus propias contradicciones y de su manera de construir poder.
               Lo que sucede en la ruta es ni más ni menos que la radiografía evidente de un fracaso. La ausencia de gestión se patentiza en los diferentes reclamos del corte. Hay una sensación de abandono de la cosa pública por parte del municipio que despertó a algunos sectores de la comunidad ante las serias deficiencias educacionales, hospitalarias, de obra pública, además de la problemática de la desocupación.
               El poder político anclado en su inercia mostró qué lejos estaba de las necesidades de algunos sectores cruciales para la comunidad. El corte es la mejor evidencia de su fracaso. Por supuesto que esto no es sólo producto del poder político, sino también de la indiferencia de la comunidad que dejó en manos del gobierno los destinos de su propia ciudad. Creímos que eso bastaba y durante años nos miramos el ombligo y criticábamos puertas adentro las cosas que no nos gustaban e iban mal. No participamos, nos olvidamos que la construcción de una sociedad surge de todos, no exigimos, no pedimos a nuestros representantes; algunos nos quedamos en la queja, otros ni siquiera eso.
                Hasta que el agua nos tapó (o las aguas servidas en varios sitios) y algunos se cansaron y fueron a la protesta. No estoy de acuerdo con los cortes de ruta, pero  también es cierto que en muchos casos los reclamos son justos, y este es un síntoma saludable de que algo está cambiando en Catriel, es un embrión por ahora (disiento con quienes hablan de “pueblada”, una pueblada sería si hubiese dos mil o tres mil personas en la ruta, una pueblada sería si los padres y madres del jardín 43 o del CET 21 fuesen el 50% de todos los niños/as que concurren a esos establecimientos, etc.)
Esta participación de varios sectores, que tratan de aunar criterios con muchos tropiezos y también torpezas, es delicada en su equilibrio(es una torpeza la de los desocupados pidiendo “Un mínimo de 150 puestos de trabajo dentro de la actividad hidrocarburífera, ya que el costo de vida en la localidad, hace inviable poder atender las necesidades mínimas de una familia con sueldos que no sean petroleros”). ¿Qué hacemos y cómo hacemos los que no trabajamos en el petróleo? ¿No hubiese sido mejor pedir por “trabajos estables” sin importar su procedencia? Con eso les damos la excusa perfecta a muchos intolerantes que meten a todos en la misma bolsa y los acusan de “vagos”.

El final de esto es abierto…pero termine como termine…ojalá hayamos aprendido la lección.

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