ALGO HAY QUE HACER
El remate de la biblioteca José Hernández ha suscitado toda una serie de reflexiones que empiezan por la institución misma, el rol de las insituciones en la ciudad y terminan en nosotros como ciudadanos y nuestra labor en la sociedad.
Hay algunas personas que han decidido juntarse el viernes 30 a las 20 en la plaza San Martín, para intercambiar ideas y tratar de buscar alternativas a la realidad del remate. El juntarse detrás de un objetivo común como es el de una biblioteca merece la adhesión de este blog.
Muchas reflexiones sobre este problema aparecieron en los comentarios y me identifico; sigo pensando que en nuestro país, en nuestro lugar cualquier irresponsable puede desmantelar, fundir, derribar el trabajo de mucha gente y después irse a su casa como si nada hubiese pasado. A mí como a varios/as que se han expresado por aquí me gustaría que paguen por lo que han hecho, que les cueste algo. Si no es muy fácil salir a cada rato a reclamarle al estado que tire un salvavidas (que creo debe hacerlo, al fin y al cabo una biblioteca es un patrimonio cultural de una comunidad) , mientras a los responsables del estropicio les caben sólo algunas puteadas.
También es cierto que están los riesgos (en caso que el gobierno intente dar una solución al problema) de que la biblioteca deje de ser popular y se transforme en otra institución satélite del comité, lo que sería perjudicial para todos.
Como vecinos el caso nos hace reflexionar cuán poco participativos somos y cuánto nos quejamos. Manejamos la crítica como pocos, pero permitimos muchas veces, y por comodidad, que gente use las instituciones en su propio beneficio.
Esperemos que el caso de la biblioteca nos sirva para no permanecer tan dormidos.
Hay algunas personas que han decidido juntarse el viernes 30 a las 20 en la plaza San Martín, para intercambiar ideas y tratar de buscar alternativas a la realidad del remate. El juntarse detrás de un objetivo común como es el de una biblioteca merece la adhesión de este blog.
Muchas reflexiones sobre este problema aparecieron en los comentarios y me identifico; sigo pensando que en nuestro país, en nuestro lugar cualquier irresponsable puede desmantelar, fundir, derribar el trabajo de mucha gente y después irse a su casa como si nada hubiese pasado. A mí como a varios/as que se han expresado por aquí me gustaría que paguen por lo que han hecho, que les cueste algo. Si no es muy fácil salir a cada rato a reclamarle al estado que tire un salvavidas (que creo debe hacerlo, al fin y al cabo una biblioteca es un patrimonio cultural de una comunidad) , mientras a los responsables del estropicio les caben sólo algunas puteadas.
También es cierto que están los riesgos (en caso que el gobierno intente dar una solución al problema) de que la biblioteca deje de ser popular y se transforme en otra institución satélite del comité, lo que sería perjudicial para todos.
Como vecinos el caso nos hace reflexionar cuán poco participativos somos y cuánto nos quejamos. Manejamos la crítica como pocos, pero permitimos muchas veces, y por comodidad, que gente use las instituciones en su propio beneficio.
Esperemos que el caso de la biblioteca nos sirva para no permanecer tan dormidos.
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